Mientras revisaba las pertenencias de su difunto esposo, Meredith Arnold descubrió una carta incompleta enviada a una mujer no identificada. Ella decidió enfrentar a la otra mujer porque creía que su esposo estaba teniendo una aventura, pero cuando conoció la verdad, se derrumbó en lágrimas. Con los ojos llenos de lágrimas, Meredith se encontraba frente a una tumba recién excavada. Después del entierro de su esposo, todos se habían ido, pero ella no podía apartar los ojos del nuevo montón de tierra. «Justin,
éramos tan felices juntos. Ojalá pudiera verte para darte otro abrazo.» Los pensamientos de Meredith se desvanecían hacia su difunto esposo. Cuando tenían dieciséis años, se conocieron por primera vez. Meredith había quedado convencida en ese primer encuentro de que él era el indicado. Nunca se separaron después de eso, saliendo en citas a restaurantes y museos.
**Después de la muerte de Justin, Meredith encontró una carta incompleta** | Imagen cortesía de Shutterstock
Ella amaba a Justin, y él era un esposo cariñoso. Su incapacidad para tener hijos había sido el único inconveniente en su feliz matrimonio, pero su amor mutuo y su cercanía pronto llenaron ese vacío, y estaban contentos, hasta que Meredith recibió una llamada un terrible día diciéndole que su amado esposo había muerto en un accidente automovilístico. Tras el funeral, la viuda se quedó sentada frente al cementerio, recordando lo hermosa que había sido su vida junto a su amado esposo durante 55 años de matrimonio. Lloró durante horas, lamentando su triste vida. Cuando el sol
comenzó a ponerse y la oscuridad y el frío se apoderaron del ambiente, Meredith entró en la casa y, con cautela, se dirigió al estudio de su esposo, que aún estaba lleno de su maravilloso aroma.
«Justin, ¿por qué nos pasó esto? ¿Por qué la vida nos trata tan injustamente?» Contemplando la habitación, Meredith rompió en llanto. Se sentó en silencio en el escritorio, donde Justin solía trabajar hasta altas horas de la noche, recordando cómo lo había reprendido por no pasar suficiente tiempo con ella. Posteriormente, sacó en silencio el cajón que contenía sus papeles. «¡Oh, estos malditos archivos!», pensó, sacando cada uno de a uno. «Estabas ocupado con ellos. Ah, ya lo veo. Cómo los odiaba tanto. Para ser honesta, Justin, no me importaría que trabajes hasta tarde. ¡Solo quiero que regreses, eso es todo lo que quiero!» La anciana comenzó a llorar. En ese momento, algo llamó su atención.
**Después de la muerte de Justin, Meredith estaba destrozada** | Imagen cortesía de Pexels
En una de las esquinas del cajón había un trozo de papel antiguo, parcialmente rasgado y arrugado. La letra de Justin aparecía en una dirección que decía: «Clara Bamford, 50 Oakland Ave, #206, Florida». Curiosa, Meredith abrió la carta y comenzó a leer. «Para Clara,» comenzaba. «Lo siento, cariño, por no poder encontrar tiempo para ti.
Pero no te preocupes, me aseguraré de que nos veamos este fin de semana. Estoy tan emocionado de conocerte a ti y a Sophia.» «Espero que…» las palabras en la carta se desvanecieron. Después de que Meredith quitó los demás archivos sobre la carta, encontró varias fotos de Justin con una niña y una joven. Por un momento, perdió el equilibrio y se agarró firmemente a los bordes del escritorio. «Justin, ¿era esto lo que hacías cuando viajabas por trabajo? ¿Por qué me hiciste esto? ¿Por qué a mí específicamente?» La anciana rompió en llanto.
Un golpe en la puerta la detuvo. Después de secarse las lágrimas, Meredith vio a su amiga Jessica esperando afuera. Sus ojos se llenaron nuevamente, «¡Oh, Jessica!» y la abrazó. «Justin… Él era…» «Meredith, cálmate. Todo saldrá bien, te lo prometo.
No llores más.» «Jess, no. Nada va a estar bien. Justin me engañó, Jess.» Los ojos de Jessica se agrandaron. «¿Qué? ¿Estás segura? Cariño, no creo que Justin te haya hecho eso. Él te amaba.»
**Jessica consoló a Meredith.** Imagen cortesía de Pexels