¿Por qué la apariencia de alguien tiene que ser considerada “ACEPTABLE” O “INACEPTABLE” para un lugar? ¡No es como si nos hubiésemos presentado sin ropa!

¡TODO LO QUE QUERÍA ES QUE MI HIJA SE SINTIERA BELLA, Y NOS ECHARON DE LA ESCUELA POR ESO!

¿Por qué la apariencia de alguien tiene que ser considerada “ACEPTABLE” O “INACEPTABLE” para un lugar? ¡No es como si nos hubiésemos presentado sin ropa!

Desde que mi hija era pequeña, siempre me aseguré de enseñarle a cuidarse a sí misma y a sentirse bien con su apariencia. Para mí, el maquillaje no es algo superficial, sino una herramienta que puede ayudar a las personas a sentirse seguras y felices con quienes son. Mi madre, en cambio, siempre fue muy estricta conmigo en cuanto a la belleza y el cuidado personal. No me dejaba ni tocar el maquillaje hasta los 18 años, y aunque lo entendía en su momento, siempre supe que no quería repetir sus errores con mi hija.

¿Por qué la apariencia de alguien tiene que ser considerada “ACEPTABLE” O “INACEPTABLE” para un lugar? ¡No es como si nos hubiésemos presentado sin ropa!

Mi hija siempre mostró un gran interés en el maquillaje y en aprender cómo cuidarse. Yo, feliz de apoyarla, la guié en cada paso, enseñándole sobre productos, técnicas y, sobre todo, sobre la importancia de sentir confianza en ella misma. Verla tan emocionada por aprender, me hacía sentir como una madre orgullosa.

Sin embargo, el día que la llevé al colegio, todo cambió. Mi hija estaba radiante, con su maquillaje sutil y un estilo que la hacía sentir poderosa. Pero al llegar, la reacción no fue la que esperaba. La directora, con cara de desaprobación, nos dijo que su maquillaje no era apropiado para el entorno escolar, que no era “aceptable” y que deberíamos “arreglarla” antes de regresar. La humillación y el desconcierto me invadieron. ¿Por qué la apariencia de mi hija tenía que ser un problema? No estaba usando un maquillaje exagerado ni inadecuado, simplemente se sentía bien consigo misma.

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La directora me dijo de manera tajante: “Váyanse a casa, arreglen a su hija y luego vuelvan”. Sentí que la discriminación y la falta de comprensión hacia mi hija era palpable. ¿Qué daño estaba haciendo ella al sentirse hermosa y segura? ¿Por qué el sistema escolar tenía que imponer reglas tan rígidas sobre la apariencia de los niños? No estábamos causando ningún tipo de distracción, solo queríamos que mi hija disfrutara su día sintiéndose como ella misma.

Decidí que no me sometería a esa humillación. Me llevé a mi hija a casa, le retoqué el maquillaje y, mientras ella se miraba en el espejo con una sonrisa de satisfacción, decidí que lo mejor era no regresar a ese lugar.
iba a permitir que el sistema educativo y sus prejuicios le hicieran sentir que lo que hacía era incorrecto. Me senté con ella y le expliqué que, si bien la sociedad a veces tiene expectativas absurdas, siempre debíamos defender quiénes somos.

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Al final, busqué una nueva escuela, un lugar donde la individualidad y la autoestima fueran valoradas. No me arrepiento ni un poco. Y aunque la directora trató de corregirnos, la verdadera lección aquí es que no tenemos que conformarnos con lo que otros piensan que es correcto para nosotros.
¿Por qué la apariencia de alguien tiene que ser considerada “ACEPTABLE” O “INACEPTABLE” para un lugar? ¡No es como si nos hubiésemos presentado sin ropa!Mi hija sigue siendo hermosa, dentro y fuera, y nunca dejaré que nadie le haga pensar lo contrario.

¿Estoy equivocada por defender su derecho a sentirse bien con ella misma? No lo creo.

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