Esta historia sucedió en un pequeño asentamiento de tipo urbano y una vez más demuestra la naturaleza leal y devota de los perros.
Un perro callejero vagó hasta el patio, y los residentes no pudieron ahuyentarlo, así que le mostraron amabilidad. Lo llamaron Rocky y lo alimentaban regularmente. La familia quería encontrarle un hogar permanente a este inteligente perro, pero sus intentos no tuvieron éxito.
Rocky era inicialmente gruñón e inaccesible, y se asustaba fácilmente con los ruidos fuertes. Sin embargo, poco a poco se acostumbró a la familia, especialmente a los niños, ya que regularmente le proporcionaban comida y agua. A menudo salía a largos paseos, pero siempre regresaba y pedía comida. Una vez, volvió herido, y la familia lo cuidó hasta que se recuperó.
Luego, se fue de nuevo y regresó con el hábito de traer ratones a casa. Todos en el asentamiento sabían de este perro, y nadie quería domesticarlo, ya que creían que pertenecía a esa familia.
Rocky era muy amigable, no ladraba innecesariamente y a su dueña al trabajo todos los días, dándole la bienvenida cuando regresaba.
Un día, cuando la mujer iba a la tienda, Rocky la siguió y se encontró con dos desconocidos en la calle que se acercaban a ellos. Claramente, eran intrusos, y la mujer se dio cuenta de que no llegaría a un lugar seguro.
Pero entonces Rocky se adelantó y gruñó ferozmente, asustándolos y alejándolos. Protegió a su dueña y demostró su lealtad como perro.